En estos días me interesé por conocer acerca de quién fue George Bernard Shaw, a quien el 11 de noviembre de 1926 le dieron el Premio Nobel de Literatura y en 1938 compartió el Oscar al mejor guion adaptado por la versión cinematográfica de su libro “Pigmalión”. Escritor de teatro, crítico y activista político (1856-1950) fue la primera persona en recibir un Nobel y un Oscar. Fue considerado el segundo dramaturgo de lengua inglesa más importante después de William Shakespeare. De padres protestantes, en 1853 viajó a Londres y nunca volvió a vivir en su Irlanda natal. Fueron característicos de él: su vegetarianismo y el uso de su particular barba larga para ocultar así la cicatriz de la viruela en su cara. En 1912 escribió “Pigmalión” y al ser declarada Juana De Arco santa en 1920, por el Papa Benedicto XV, esto lo impulsó a escribir su obra “Santa Juana”. Bernard Shaw aceptó en 1925 el galardón del Nobel, pero rechazó el importe ya que adujo que: “Mis lectores y mi público me proporcionan dinero más que suficiente para mis necesidades”. Falleció a los 94 años por insuficiencia renal y lesiones al caerse tras podar un árbol. Se esparcieron sus cenizas en los alrededores de la estatua de Santa Juana y en los senderos de su residencia de campo en Ayot Saint Lawrence, en las afueras de Londres. Conocido por sus desplantes y humor negro se cuenta que, en ocasión del estreno de una de sus obras, decidió invitar a Winston Churchill, a quien detestaba: “Estimado Winston Churchill: tengo el honor de invitarlo al estreno de mi obra Pigmalión. Venga y traiga un amigo… si lo tiene. Firmado G.B.S”. y la respuesta del primer ministro no se hizo esperar, ni lerdo ni perezoso: “Agradezco al ilustre escritor la honrosa invitación. Infelizmente no podré concurrir a la primera presentación. Iré a la segunda… si la hay. Firmado W.C.H”. a Jorge Luis Borges le gustaba contar la ocurrencia que, a manera de broma, Bernard Shaw solía referir con ironía así: “Los ingleses se enorgullecen de tres cosas importantes: del té que es de origen chino, del whisky que es escocés y de mí que soy irlandés”. Más allá de estas anécdotas de este gran escritor irlandés, diremos que en estos días celebré con alegría el hecho de que la Plaza Independencia de Tucumán se convirtiera en una librería a cielo abierto por la Feria Regional del Libro. Y festejé también ver a muchos jóvenes recorrerla y llevarse obras de autores regionales. Alguien dijo alguna vez: “Libros sobran, faltan lectores”. Así que: bien por los organizadores por fomentar la lectura de obras de autores de la región. Ahora bien, lo único que, en lo personal, me permito discrepar es que con el afán de que los jóvenes tengan mayor preocupación por la cultura y la lectura (que ya de por sí leen poco o nada) se les incentive la lectura de autores regionales y que, repito está muy bien, no vaya esto en desmedro de promover la lectura de autores clásicos y de la literatura universal como lo fueron William Shakespeare, Miguel de Cervantes, el mismo Jorge Luis Borges, George Bernard Shaw y tantos otros.
Juan L. Marcotullio
marcotulliojuan@gmail.com